Los destinos más terroríficos del mundo

28 mayo 2012 | Por AMarcos

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No podíamos comenzar esta lista con otro lugar que no fuera el castillo que inspiró a Bram Stoker para crear el mítico personaje de Drácula. Según la creencia popular, se cree que en esta construcción gótica del siglo XIII habitó Vlad Draculea, un príncipe de Valaquia que disfrutaba torturando, hasta el punto de que fue el responsable de la muerte de más de 100 mil personas empaladas, víctimas de las que se bebía su sangre, siempre según la leyenda. Actualmente, el castillo de Bran alberga un museo dedicado a la historia y leyenda del conde Drácula. - Museo de la Inquisición, Santillana del Mar A nadie se le escapa que la Inquisición hizo verdaderos estragos, con las más horribles atrocidades cometidas en nombre de Dios y la fe. Los inquisidores utilizaron todo tipo de horribles torturas. En el Museo de la Inquisición podemos conocer muchas de las formas de tortura que se utilizaron durante cinco siglos. Sin duda, no es un lugar recomendable para estómagos sensibles, ya que las salas recrean y explican cómo era utilizado cada dispositivo de tortura. La exposición recoge instrumentos como la doncella de hierro, la guillotina, potros, garrotes, cinturones de castidad, entre otro s muchos. Algunos son réplicas pero en otros casos están los que se utilizan realmente. El ambiente sombrío y oscuro de las salas, nos sobrecogerá y nos llegará a poner la piel de gallina. - Catacumbas de París

La mayoría de los millones de personas que visitan cada año la ciudad de la luz desconocen que bajo los suelos de la bella capital francesa se encuentra una ciudad de la muerte. Se trata de un complejo entramado de más de 300 kilómetros de túneles y cuartos subterráneos que data de la época romana y que fueron convertidos en una fosa común en el siglo XVIII. En total, se encuentran los restos de casi siete millones de personas, conformando un escenario de lo más tétrico. Como no podía ser menos en un lugar así, hay numerosas leyendas y misterios en los subterráneos de París. Si te sientes atraído, y te atreves, hay una pequeña parte de estas catacumbas que se puede visitar. - Bosque de los suicidios

Resulta difícil intuir que un lugar tan idílico y tranquilo como es el bosque de Aokigahara es el lugar elegido por decenas de personas cada año para suicidarse. Situado en las faldas del Monte Fuji, cuenta con más de 3.000 hectáreas de extensión. Quien se adentra en su interior, se puede sorprender por encontrar con los restos de algún suicidio, y eso a pesar de que los operarios suelen realizar redadas en el lugar para encontrar y recoger los restos de los cadáveres. Está claro que Japón no nos deja nunca de sorprender. - Hotel Stanley, Colorado (Estados Unidos)

La habitación 237 de este coqueto hotel de estilo georgiano sirvió de inspiración al famoso escritor Stephen King para escribir una de las novelas de terror más conocidas: "El Resplandor". En sus instalaciones se producen ruidos y apariciones fantasmales, de ahí que eligiera King este lugar para comenzar a escribir su obra. La belleza natural del entorno y las impresionantes vistas que ofrece de las Montañas Rocallosas contribuyen a crear este halo de misterio. Actualmente el hotel ofrece un "Tour fantasma" para los visitantes, en el que podremos descubrir todas las historias, las habitaciones encantadas, recorrer el túnel subterráneo e, incluso, conocer la habitación 237. - Amityville, Nueva York

Si no conociéramos la historia, podríamos decir que esta bella y elegante casa es un lugar de ensueño para vivir. Sin embargo, más de tres décadas después sigue vacía, y eso que su precio es una auténtica ganga. La explicación de que nadie haya vuelto a vivir en Amityville es que en este lugar tuvo lugar un terrible suceso en la madrugada del 13 de noviembre de 1974. Uno de los vecinos asesinó a toda su familia, según declaró porque unas voces le habían obligado a cometer dicho crimen.
Al cumplir un año del asesinato, la familia Lutz compró la casa junto con sus tres hijos. A los 28 días huyeron dejando todas sus pertenencias en la casa. Los Lutz relataron cómo habían vivido un auténtico infierno en su interior, con ruidos extraños, puertas y ventanas que se abrían solas, desagradables olores y la sensación de que no estaban solos en ningún momento.

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