Balnearios en Praga

11 mayo 2009 | Por arantzamarichalar

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Sujeta a licencia Creative Commons de reconocimiento/ Autor: Chiara Marra

La historia de Karlový Vary es más reciente que la de otras ciudades checas debido a que fue fundada por el emperador de Bohemia Carlos IV en 1370, aunque no se hizo verdaderamente famosa como destino turístico hasta el siglo XIX. Desafortunadamente, la Primera Guerra Mundial acabó con el turismo y con el Imperio Austrohúngaro. Cerca de Praga,se encuentra emplazada en un valle lleno de vegetación, por lo que es muy recomendable visitarla en otoño, cuando los ocres, los granates y los dorados de las hojas del follaje se revelan como un marco incomparable a las tonalidades y molduras de estilo modernista de los edificios. Asimismo, posee 13 fuentes termales y es muy conocida por sus balnearios, que han servido de escenario para numerosas películas. Una de las más recientes ha sido Casino Royale, en la que también se destaca su particular arquitectura.

Otros de los productos típicos de Karlový Vary son el vodka Becherovka y los vasos de cristal de la fábrica Moser. Éstos últimos son conocidos también como cristales de los reyes, debido al gran número de familias reales que poseen alguno de estos vasos hechos de cristal de Bohemia de calidad incomparable. Asimismo, para aquellos amantes de la cultura cinematográfica, Karlovy Vary ofrece su famoso Filmfestival anual.

Para los turistas que la visiten por primera vez, especialmente entre los meses de septiembre y noviembre, se recomienda dar un paseo con calma a lo largo de la calle principal de la parte antigua, donde se encuentran los balnearios, mientras disfruta de las vistas y toma un trozo de pan dulce checo, espolvoreado con canela.

En cuanto se sienta cansado, se puede sentar en uno de los innumerables cafés con vistas al valle y al riachuelo que pasa por entre las calles. La cerveza es de gran calidad y el café no le va mucho a la zaga. Eso sí, según con el presupuesto que se viaje se pueden encontrar los precios algo abusivos, pero es el peaje que hay que pagar por disfrutar de uno de los enclaves más carismáticos de la República Checa.

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