5 castillos europeos que parecen sacados de cuentos de hadas

14 noviembre 2013 | Por AMarcos

Una de las mejores maneras de explorar la historia viva de Europa es recorriendo sus castillos, construcciones que poblaron el viejo continente durante la Edad Media.

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Por fortuna, muchos de ellos, como los castillos en España, se han conservado hasta nuestros días, por lo que nos ofrecen una oportunidad única de disfrutar de sus diversos estilos arquitectónicos, belleza y majestuosidad. A lo largo de los siglos, sus muros han visto pasar a reyes, condes, duques y otras figuras ilustres del medievo. Por los castillos parece que no ha pasado el tiempo, aunque actualmente ya no respondan a los fines con los que fueron creados: albergar a gobernantes, imponer respeto y fuerza y medio de defensa contra los ataques de los enemigos. Los tiempos de las grandes batallas que enfrentaron a los distintos reinos europeos han quedado atrás, pero nos ha quedado la grandeza de estas construcciones que siguen asombrándonos y recordándonos de dónde venimos. Una visita a cualquiera de estos castillos nos permite descubrir un trozo de la historia de nuestro continente, viajar en el tiempo a una época de caballeros y princesas, de héroes y villanos, de grandes hazañas y sangrientas batallas. La gran variedad de castillos que se reparten por toda Europa supone un gran aliciente para que los viajeros más curiosos realicen rutas para descubrir estas construcciones. Además, no son pocos los que se han adaptado a los nuevos tiempos, de manera que han sido restaurados para convertirse en espectaculares hoteles en los que sentirnos como verdaderos reyes. Ya hemos visto en otras ocasiones, algunos de los castillos más espectaculares de Europa, pero hoy os invitamos a conocer nuestra selección de hoteles que parecen sacados de un cuento de hadas.

- Castillo de Praga, República Checa

Más que de un castillo deberíamos hablar de una ciudad amurallada completa, con su catedral, palacios, calles y asas. Una sucesión de gobernantes ambiciosos fueron mejorando las fortificaciones originales del siglo IX, de manera que actualmente nos podremos deleitar con la mezcla de estilos: románico, gótico, barroco y renacentista. Un lugar idílico que parece sacado realmente de un cuento. Los rayos del sol se cuelan entre los distintos espacios de este lugar, otorgándole un aire mágico. En invierno, el contraste entre los copos de nieve y las luces de las calles nos ofrecen una estampa de una gran belleza. También llamarán nuestra atención las estatuas en el Puente de Carlos.

- Eilean Donan, Escocia

Melancólico, solitario o robusto son algunos de los términos que podrían definir muy bien a Eilean Donan, seguramente el castillo más popular de Escocia. Situado en lo alto de una isla en el lago Duich, ha sido utilizado como escenario para numerosas películas. Sólo una mirada nos traerá a la cabeza las típicas gaitas y el paso de las tropas a través del puente de arco de piedra. La niebla suele ser la protagonista en los meses de invierno, de ahí que este lugar tenga también un halo de misterio.

- Castillo de Neuschwanstein, Alemania

Este castillo alemán del siglo XIX es, sin ninguna duda, uno de los castillos más bellos del mundo. De hecho, cada año recibe la visita de miles de turistas de todo el mundo y ha sido fuente de inspiración para el mundo del cine. Sorprende que fuese construido en una época en la que estos edificios ya no eran necesarios para su finalidad originaria de defensa. Por ese motivo no se encuentra fortificado. Situado en Baviera, se levanta en una zona de una gran belleza natural con lagos y montañas, un conjunto maravilloso que resalta aún más su espectacular e imponente presencia. De estilo neogótico, combina distintos estilos arquitectónicos. En su diseño se tuvo en cuenta hasta el más mínimo detalle con el objetivo de obtener una obra arquitectónica maravillosa. Su interior es igual de sorprendente, con una gran colección de piezas de artesanía, el primer teléfono móvil de la historia, una cocina innovadora construida los planos de Leonardo da Vinci y una completa red eléctrica. Igual de increíbles son las vistas que se pueden disfrutar de los Alpes desde su interior, incluyendo una cascada que el rey Luis II de Baviera podía ver desde su habitación.

Tintagel, Cornwall, Inglaterra

Otro lugar mágico que nos trae a la mente la historia de un niño que sacó una espada de una piedra para convertirse en rey, con la ayuda de un mago llamado Merlín. En efecto, nos referimos a la leyenda del Rey Arturo, que siempre ha estado unida con la isla de Tintagel, que probablemente ya estaba en la mente del Conde de Cornwall cuando ordenó construir su castillo en este lugar en el año 1233. Hoy en día, lo que ha quedado de esta fortaleza nos sumerge en una atmósfera muy especial, entre las ruinas, el acantilado y la tranquilidad y paz que se respira en el ambiente, tan sólo rota por las gaviotas.

- Palacio Nacional de Sintra, Portugal

Nos encontramos ante uno de los pueblos más románticos que nos podamos imaginar. En Sintra no podemos movernos sin tropezar con algún palacio o castillo. Desde las ruinas del Castelo dos Mouros podemos disfrutar de unas maravillosas vistas de la ciudad, donde otro palacio domina la plaza principal. El fantástico Quinta da Regaleira se encuentra en medio de sus jardínes. También está Monserrate, pero sin duda, la joya de la corona es el Palacio Nacional de Sintra, que reconoceremos rápidamente por sus altas chimeneas. Patrimonio de la Humanidad, se encuentra en el centro de Sintra. En algún lugar, enterrado bajo las murallas del actual edificio, se encuentran los restos de un convento medieval. Es sólo uno de los tesoros que esconde en su interior. El Palacio se divide realmente en tres edificios, unidos por una sucesión de fuentes, patios y distintas estancias. También llaman la atención los azulejos, que nos desvelan su origen múdejar. Es uno de los pocos palacios medievales de origen musulmán que se encuentran en Portugal. Un último consejo, si queremos disfrutar de las mejores vistas del Palacio, nos deberemos dirigir al Castillo de los Moros.

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