

Está claro que Dubrovnik es una de las ciudades más maravillosas de Europa, pero aún recuerdo con nostalgia la coqueta ciudad de Korcula, conocida en Croacia como la pequeña Dubrovnik. Esta ciudad de isla está también rodeada de murallas. Estas murallas fueron construidas en el siglo XIII por los gobernandes venecianos.
Una gran parte de estas fortificaciones, sobre todo la zona oriental, aún se mantiene intacta como lo estaba en su origen. A cada varios metros los muros se ven protegidos por una serie de torres defensivas, sobre todo en las esquinas. Son ocho torres en total que miran hacia el mar, y que datan del siglo XV al XX.
Hoy en día dos de esas torres están abiertas al público para que se puedan visitar. En su interior veréis museos de la historia de Korcula y el patrimonio medieval de la ciudad. Las otras torres o bien se hallan en ruinas, otras en restauración, y hay incluso una que se ha habilitado como cafetería con terraza. A la caída de la tarde es una delicia sentarse aquí y contemplar el mar.
Korcula es la isla más conocida de Croacia. Hasta aquí llegan muchos cruceros y excursiones en barco de todo tipo, así que aseguraros que en vuestro crucero por el Mediterráneo tenga como escala Korcula para disfrutarla. Uno de los grandes atractivos además es que, según cuenta la leyenda, fue aquí donde nació Marco Polo.
Antes os decíamos que a Korcula se la conoce como la Pequeña Dubrovnik. A diferencia de ella, lo bueno que tiene Korcula es que no está tan masificada de turistas y que los precios en sus tiendas, restaurantes y hoteles están más asequibles. Por lo que, si no podéis acceder a Dubrovnik, al menos viajar a Korcula.
Y ya que estáis en Korcula no perdáis la ocasión de visitar el pequeño pueblo de Vela Luka, situada en la amplia bahía de la isla, rodeada de playas, calas e islotes y con sus tierras llenas de viñedos, olivares y colinas boscosas.
Para rematar la faena también podéis acercaros a otros lugares maravillosos, como las pequeñas aldeas de pescadores de Lumbarda, Vrnik, Zrnovo, Smkvica y Palmizana, verdaderas obras de arte de la costa dálmata.