La capital es Zagreb, y nada más llegar a ella, el visitante se ve envuelto por un aire medieval que hace que se sienta en otro tiempo. La ciudad baja, Donji Grad, tiene impresionantes edificios austrohúngaros. No se puede dejar de visitar la plaza principal y los palacios que la rodean, de estilo mdernista, clásico y racionalista. La calle Tkalciceva es el lugar ideal para parar a tomar un café y descansar un poco, antes de llegar a la calle Lica, la más comercial de la ciudad.
Para acceder a la ciudad alta, Gornji Grad, se puede coger un funicular, para, una vez allí, contemplar la Catedral de San Estaban y algunos de los museos más interesantes, como el de arte naïf o el Muzejski Prostor.
Si Zagreb es una de las ciudades más importantes, Dubrovnik no se queda atrás. Se encuentra en la región de Dalmacia, y si no tienes demasiado tiempo y tienes que elegir, es un destino muy recomendable. Está rodeada por una muralla que se construyó como forma de defensa en el siglo XIV, y que se extiende a lo largo de casi dos kilómetros.
Todo el casco histórico tiene monumentos y edificios de gran valor histórico y artístico, y es que no en vano la ciudad es Patrimonio de la Humanidad. La mejor forma de conocerla y disfrutarla es pasear por sus calles, en las que destacan el Palacio Sponza, la iglesia de San Blas, de estilo barroco, o el Convento Franciscano.
Desde aquí, si dispones de tiempo, puedes dirigirte hacia el sur de Dalmacia, lleno de lugares de gran belleza y realmente inolvidables.
Y es que Croacia no solo tiene una gran riqueza cultural, sino también paisajística. Es muy recomendable visitar el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, en el que los lagos, las cascadas y las cuevas crean un paisaje espectacular.
