

La ciudad está en pleno corazón del Viejo Continente y mezcla el sabor de las dos Europas, la occidental y la oriental. Dividida en dos por el río Vtava, con hasta 18 puentes que forman pequeñas islas a lo largo de la ciudad, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992.
Allí no existe aburrimiento para los turistas por la gran cantidad de enclaves para visitar. El castillo de Praga, la Catedral se San Vito, el Palacio Real, el edificio Loreto del siglo XVII, la Plaza de la Ciudad Vieja y el barrio barroco de Maá Strana son algunos de los lugares de mayor interés turístico.
Y como no, hay que degustar la gastronomía típica de Praga. Las carnes en salsa, la trucha y la carpa son muy utilizadas pero sin duda el rey es el cerdo ahumado con los típicos buñuelos y en filetes que frecuentemente se rehogan o empanan. Eso sí, recorran laciudad andando porque el tráfico es, como en la mayoría de las capitales europeas, una misión imposoble.