

Situada en la isla de la Libertad al sur de Manhattan, sobre las aguas del río Hudson y cerca de la isla Ellis, fue un regalo de los franceses al pueblo de los Estados Unidos en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, estableciendo también unos lazos de unión entre ambos países. Grover Cleveland fue el presidente estadounidense encargado de su inauguración el 28 de octubre de 1886.
La estatua es obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi y también participaron en su creación Gustave Eiffel y Eugène Viollet-le-Duc. Con el paso de los años se convirtió en un lugar de referencia tanto para los ciudadanos estadounidenses, como para los miles de inmigrantes que se dirigían a los Estados Unidos para buscar un futuro mejor. De hecho, en 1924 fue declarada monumento nacional de los Estados Unidos y desde 1984 está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En la actualidad es visitada cada día por miles de turistas de todo el mundo.
La Estatua de la Libertad se levanta imponente con sus 33,8 metros y un peso de 225 toneladas. Es, además, conocida por su escalera de caracol de 154 peldaños, que une los pies y la corona del monumento. Un duro trayecto pero como tiene premio las maravillosas vistas que ofrece del sur de Manhattan, una de las actividades turísticas más conocidas de New York. Precisamente, esta actividad no se podrá realizar durante, al menos, un año, ya que se va a someter a una completa remodelación de la Estatua de la Libertad. Eso sí, el principal símbolo del "sueño americano" seguirá pudiéndose disfrutar por fuera como hasta ahora, así que si vamos a viajar a la Gran Manzana podremos seguir disfrutando de este lugar tan emblemático.